ImprimirEnero – Febrero del 2010 · nº 45 – 46
Innovación, sociedades transnacionales y
localización competitiva
Manuel Gómez Acosta
La sociedad del conocimiento, revolución tecnológica liderada por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), es la última revolución científico-técnica y desborda a las dos que la precedieron: La primera vinculada a la utilización del vapor, riginó en su día un cambio radical en los esquemas tradicionales de producción con una nueva organización de las tareas (división del trabajo y especialización por funciones), y, la segunda, vinculada a la innovación del motor de combustión interna.
El paradigma técnico-económico relaciona los cambios tecnológicos de gran alcance con la evolución de los ciclos económicos de larga duración. Sin duda el uso intensivo de la tecnología supone un importante incremento de la productividad.
Los vectores que sustentan esta tercera revolución tecnológica, tendrían como componentes esenciales:
- El cambio tecnológico derivado de la aparición de las TIC, que están generando una aceleración nunca vivida del conocimiento y de las necesidades de formación: sociedad del conocimiento y de la información.
- La innovación, como dinámica social que desborda los meros procesos intelectuales de la invención y la creación y que, por lo tanto, tiene componentes científicos, técnicos, económicos y financieros e incluso psicológicos.
- El capital social, derivado de un proceso creativo-innovador, que debe suponer la valoración del esfuerzo y la creatividad.
La sociedad de la información abarca todas las herramientas y todas las oportunidades que la tecnología es capaz de suministrar, caracterizándose por poner a disposición de los agentes sociales y económicos una gran cantidad de información y múltiples posibilidades de acceso a ella. La sociedad del conocimiento implica la explotación de la información en un determinado contexto, lo que supone un cambio cualitativo con todo lo anterior, al crear nuevas empresas, nuevas comunidades virtuales, nuevos roles, nuevas formas de comunicación. En definitiva, una nueva sociedad en la que prima el conocimiento.
Las TIC son sin duda una pieza fundamental en la economía del conocimiento, generan nuevas capacidades de aprendizaje, inciden sobre la flexibilidad, favorecen la innovación y desarrollan las capacidades emprendedoras, incidiendo activamente en el mundo del trabajo.
Con relación al mercado de trabajo, las TIC reorientan la demanda relativa de fuerza de trabajo hacia los escalones más cualificados. Es interesante comprobar como ha evolucionado la estructura del empleo en España por niveles educativos. En los últimos 20 años, el porcentaje de trabajadores con estudios primarios ha pasado de significar el 51,57% del empleo en 1985 al 16, 29% en el 2004; por el contrario, el de trabajadores con estudios superiores pasó del 4,87% en el 1985 a cerca del 13% en el 2004.
Al mismo tiempo las habilidades y capacidades que precisa el mercado de trabajo se han modificado con la aparición de nuevas competencias, por lo tanto es inevitable una reconsideración de los mecanismos de formación tradicionales: las TIC obligan a una formación permanente a lo largo de toda la vida laboral.
Por otra parte, el acceso a las TIC es desigual y, en consecuencia, termina por acentuar y activar distintos niveles y categorías de países en función de su nivel tecnológico. Existen distintos indicadores (Unión Internacional de Telecomunicaciones, Banco Mundial, Foro Económico Mundial, Information Society Index,…) para medir el grado de desarrollo de la sociedad de la información en cada país. Utilizando uno de los más fiables, el Network Readiness Index publicado por el Foro Económico Mundial en el 2006, EE.UU. ocupa el primer puesto en esta lista seguido de Singapur y Dinamarca. España figura en el puesto 29 en esta clasificación sobre el uso de TIC por detrás de casi todos los países europeos occidentales, como Suecia, Suiza, RU, Finlandia, Holanda, Noruega, Alemania, Austria, Irlanda, Bélgica,…
La innovación
La innovación es un proceso social que desborda los meros procesos intelectuales de la invención y la creación. La innovación puede y debe generar nuevas oportunidades de empleo e incrementos de productividad, que, sin duda, deben repercutir en valores sociales y en el beneficio del conjunto de la sociedad.
La innovación es el elemento clave que explica la competitividad. Porter afirma que “la competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar, de igual manera las empresas consiguen ventaja competitiva mediante innovaciones”.
En la definición de innovación de Schumpeter, se tienen en cuenta cinco casos/variables:
- Introducción en el mercado de un nuevo bien o servicio, el cual los consumidores no están aun familiarizados.
- Introducción de un nuevo método de producción o metodología organizativa.
- Creación de una nueva fuente de suministro de materia prima o productos semielaborados
- Apertura de un nuevo mercado en un país.
- Implantación de una nueva estructura en un mercado.
Resumiendo: la innovación es un elemento clave de la competitividad y además hace posible que los nuevos productos, procesos o servicios sean aceptados por el mercado. Si no se produce la innovación, no se accede al mercado o se pierden las posiciones adquiridas con anterioridad.
La innovación, además, tiene varias perspectivas: la tecnológica, que afecta a los cambios en productos y procesos; la social, que debe aportar nuevos horizontes a los problemas del desempleo; y la organizativa, que produce nuevos métodos de gestión los cuales se adaptan a las nuevas realidades/exigencias del mercado.
Ecoinnovación, ecotecnología y tecnologías urbanas
Nacida al calor de la responsabilidad social corporativa, la ecoinnovación se presenta como un paso más dentro de las política responsables, a través del uso eficiente e inversión creciente en mejorar la eficiencia energética de las empresas. Es, al mismo tiempo, una oportunidad de mejorar la productividad mejorando la eficiencia energética.
La ecotecnología, como instrumento de generación de empleo y de innovación tecnológica, que prioriza el desarrollo sostenible y el mantenimiento del equilibrio medio-ambiental. Una apuesta tecnológica basada en un modelo energético que garantice las mismas oportunidades a las generaciones futuras y que administre con rigor los recursos limitados de los que disponemos.
La ciudad como elemento de innovación, cambio tecnológico, creatividad y generación de empleo. Las tecnologías urbanas como instrumento para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos y la prestación de los servicios públicos.
El I+D
Hemos desglosado de forma consciente el concepto ya popularizado de I+D+i, en sus dos vertientes de i (innovación) y de I+D (Investigación y Desarrollo), esta metodología de trabajo nos ayudará aproximarnos a la compleja realidad de los sistemas de I+D+i de los países.
De forma pedagógica podríamos decir que en el I+D existen tres componentes esenciales:
- Investigación básica.
- Investigación aplicada.
- Desarrollo tecnológico.
La investigación básica comprende todos aquellos estudios o trabajos originales que tienen como objetivo adquirir conocimientos científicos nuevos. Analiza propiedades, estructuras y relaciones con el objetivo de formular hipótesis, teorías y leyes. En esta etapa los científicos realizan Descubrimientos.
La investigación aplicada parte de los trabajos originales desarrollados en la investigación básica, pero con el objetivo de adquirir conocimientos nuevos orientados a un objetivo práctico determinado, dichos resultados son susceptibles de ser patentados para una futura explotación comercial. En esta etapa los técnicos Inventan.
El desarrollo tecnológico comprende la utilización de los conocimientos adquiridos en la investigación aplicada para la producción de materiales, dispositivos, procedimientos o servicios nuevos. En esta etapa la empresa ha conseguido los conocimientos “Know How” (saber hacer) y desarrolla los prototipos o plantas piloto.
Por último, si los resultados del prototipo son eficaces y viables, se realiza inversiones para producir en grandes series y vender al mercado: cuando el mercado acepta el producto o servicio, se convierte en innovación.
Innovación e I+D en España
Sería útil conocer de dónde partimos para estar en mejores condiciones de vislumbrar y diseñar un futuro que ya es presente. Según datos de Eurostat de 2006, España dedica el 1,2% de su PIB a I+D, la mitad de la media de la Unión Europea y el 1,84% en la EU -27, casi un tercio de Japón (3,39%) y el 2,61% de los EE.UU. (solo la multinacional americana GE destina 2.140 M€ al año para innovación, una cuarta parte del total gastado en España), muy por detrás de los líderes europeos en innovación Suecia (casi un 4 %), Finlandia (3,37%), Alemania(2,50%), Dinamarca (2,50%). (según la European Comisión/Science, Technology and Competiveness key figures report 2008-2009).
Es de destacar, que frente a la mayoría de los países OCDE que han mantenido sus niveles de inversión en I+D+i con relación a 1998 (última década) e incluso algunos que lo han disminuido, España ha aumentado significativamente el porcentaje de inversión, por encima de la media de la OCDE. Esto ha sido así hasta los presupuestos del 2010, en que la inversión en I+D+i ha caído un 17,7%. Es obligado señalar las carencias en la organización del proceso, caótico, disperso, necesitado de coordinación y con escaso control de resultados, así como el divorcio histórico Universidad /Empresa en el proceso tecnológico.
La UE, mediante la Estrategia de Lisboa, ha fijado como uno de los objetivos que la contribución del sector privado en la inversión en I+D en Europa debe alcanzar en el 2010 2/3 del total de la misma. Un dato a añadir, en este escenario de insuficiencias, sería que la participación del sector empresarial español en inversión en I+D se encuentra muy por debajo de los países líderes europeos. El 47,1% del sector privado y el 42,5% del Gobierno en España, frente al 54,6% del privado y 34, 2% del Gobierno en el caso de la EU-27. En países como Japón, EE.UU., Alemania, la participación del sector privado en la financiación del I+D supera ampliamente el 60%.
En relación al empleo, en el sector del I+D+i, España está por debajo de la media europea (EU-27) tanto en el número de investigadores como en el de técnicos y staff de apoyo. El ratio español es de menos del 10% por miles de empleados (2006), muy por debajo del casi 25% finlandés, del 15% de Francia, 14% de Alemania, sin embargo la tasa de crecimiento de la ocupación de RRHHH en Ciencia y Tecnología con relación a la ocupación total, experimenta una evolución mas favorable en España en los últimos años (2000-2006). Es el sector empresarial el principal empleador en el área de I+D+i, con un 43 % del personal empleado en esta actividad.
Las sociedades transnacionales en España y el I+D+i
Analicemos muy brevemente cual es el rol de las multinacionales en las estrategias de I+D+i. En qué medida sus intereses generan y activan procesos de deslocalización en la búsqueda de la optimización de los equilibrios localización-costes, y en qué medida determinadas estrategias territoriales desde las administraciones podrían activar procesos de lo que podríamos llamar localización competitiva, en función de los factores que intervienen en la decisión de las multinacionales sobre las inversiones en I+D+i en los llamados países subsidiarios (sinergias y ventajas logísticas del territorio, redes de servicio de alto valor añadido, redes de proveedores, sistema ciencia-tecnología,…).
Las multinacionales podrían ser un factor de innovación en la medida que se favorezca la evolución, desde estructuras muy jerarquizadas de I+D hacía sistemas en red, donde las empresas nacionales (subsidiarias) acceden a responsabilidades de alcance global, con mayor participación en las actividades innovadoras y en la toma de decisiones estratégicas. Sin duda la dinámica actual de las mismas no permite ser optimistas al respecto.
Las subsidiarias de multinacionales extranjeras que operan en España son a menudo percibidas como enclaves económicos poco vinculados con el sistema productivo local y con escasa participación en actividades estratégicas o de I+D. Sin embargo, no siempre es así y en muchos casos puede afirmarse que las subsidiarias extranjeras desempeñan un papel crucial en el sistema español de innovación. Es de alguna manera responsabilidad del Gobierno y de las organizaciones sindicales negociar con las multinacionales su rol en el ámbito del I+d+i, vinculando ayudas a la existencia de planes industriales relacionados con estas actividades.
En concreto, las subsidiarias de multinacionales extranjeras localizadas en España operan principalmente en industrias de alto contenido tecnológico y son superiores a las empresas de capital nacional en gasto en formación, I+D y otras variables tecnológicas. La mejor muestra de su contribución directa al sistema español de innovación es que su gasto en I+D representa casi una tercera parte del gasto interno en I+D del sector empresarial. Este ratio es similar a la media de la UE, y supera al de Francia (21%), Italia (25%), Grecia (4,5%) o Polonia (4,6%), pero es menor que en Reino Unido (41%), Irlanda (65%) o la República Checa (45,3%).
Además de esta contribución directa, es también destacable su contribución indirecta, que se produce mediante el derrame de conocimiento desde las subsidiarias de capital extranjero hacia las redes empresariales y centros de investigación españoles.
Sociedades transnacionales y sistemas nacionales de innovación
En el contexto de la estrategia de Lisboa, el Gobierno Español establece como objetivo razonable lograr en 2010 un gasto en I+D del 2% del PIB, con dos terceras partes provenientes de las empresas, cuando actualmente el gasto en I+D es del 1,2% y las empresas ejecutan (no financian) sólo el 54%. Para lograrlo deben promoverse no sólo las actividades de I+D de las empresas nacionales, sino también las de las subsidiarias extranjeras que operan en España.
Aportación de las Multinacionales extranjeras que realizan I+D+i en España:
- Inversión.
- Empleo.
- Conexión con las redes mundiales de I+D+i.
- Vínculos universidad–empresa.
- Otros beneficios: imagen del país.
Podemos concluir que:
- La inversión en I+D+i es clave para la productividad competitividad a medio y largo plazo de un país.La situación de España en I+D+i no es positiva, y aunque ha evolucionado favorablemente tanto en términos de inversión como de empleo, sigue por debajo de la media de los países europeos.
- El sector empresarial realiza una contribución esencial al I+D+i en España y es el que más ha crecido.
- Las multinacionales extranjeras que operan en nuestro país tienen un papel fundamental, ya que suponen casi un tercio de la contribución del sector empresarial al I+D+i.
- Los planes para los próximos años contemplan un aumento significativo de la inversión en I+D+i en España, así como de la contribución empresarial.
- Para conseguir esos objetivos es necesario seguir contando con la importante aportación de las multinacionales extranjeras que operan en nuestro país.
- Si se quiere seguir contando con la aportación de las multinacionales extranjeras al I+D+i en España, además de continuar con políticas que ya están en marcha, como el apropiado tratamiento fiscal de las inversiones en I+D, es necesario tener en cuenta los aspectos que defino a continuación.
La localización competitiva
Citemos de forma sucinta algunos de los elementos que favorecen la localización competitiva:
- Oportunidades de negocio en el mercado nacional.
- Adaptar sus productos a los mercados locales.
- Ventajas logísticas del territorio: Transporte y Distribución.
- Atractivos para la localización: Red de servicios disponibles con alto valor añadido.
- Equilibrios localización-costes.
- Cualificación de la mano de obra, Universidades y Centros Tecnológicos.
- Atractivo del territorio sobre los profesionales del I+D.
- Procesos de concertación entre las administraciones públicas, el territorio, y los agentes sociales (empresas): la llamada triple hélice.
- Absorber y combinar las capacidades tecnológicas específicas de los distintos sistemas nacionales de innovación.
- Estructura sectorial del tejido productivo del territorio. Concentración espacial de las actividades productivas.
- Sinergias del territorio: Cadenas y Redes Productivas. Redes de Proveedores.
- Convergencia entre las estrategias de las empresas multinacionales y los territorios nacionales donde operan.
Procesos de decisión interno en las multinacionales
Se está produciendo una evolución en las empresas multinacionales, desde estructuras muy jerarquizadas de I+D hacía sistemas en red, donde las empresas nacionales (subsidiarias) acceden a responsabilidades de alcance global, con mayor participación en las actividades innovadoras y en la toma de decisiones estratégicas. El gasto en I+D realizado por empresas multinacionales en países distintos al de la matriz creció, en el período del 1995 al 2001, a una tasa anual cercana al 15%.
En el proceso de decisión de una multinacional puede tenerse en cuenta el factor de descentralización de los Centros de I+D,con el objeto de acercarse al diseño de un producto local condicionado por las infraestructuras del territorio y los sistemas de explotación del operador/es locales.
Existen, sin embargo, dos modelos diferenciados:
- El que descentraliza para acercarse al cliente local y sus necesidades.
- El modelo centralizado multicultural, que permite generar centros de I+D con participación de técnicos-investigadores e ingenieros de los diferentes países donde opera la multinacional. Este modelo necesita de una gran capacidad de integración.
El nacionalismo económico
El comentador más conocido acerca del origen y consecuencias de las multinacionales es John Kenneth Galbraith, quien desde 1967 proclamó que la elevación a la primacía de este tipos de empresas a partir de las Segunda Guerra Mundial tiene profundas implicaciones económicas, sociales y políticas.
En alguno casos las transnacionales superan el problema del riesgo, central en las empresas tradicionales, lo que se logra, principalmente, debido a las ventajas que poseen para poder acceder a contratos a largo plazo, con ciertas complejidades tecnológicas y, por otro lado, a la expansión de sus actividades al sector financiero.
Como consecuencia de lo anterior, la libre competencia, tal como se define en las concepciones clásicas, deja de existir y se transforma en una situación, en el mejor de los casos, de competencia imperfecta. Por ejemplo, una condición de la competencia verdadera es la información adecuada e independiente, pero las empresas multinacionales distorsionan esa información mediante el control de la publicidad, que se extiende ahora a la producción de líneas completas de revistas o periódicos.
Sin duda, algunas de esas empresas llegaron a ser muy grandes y se extendieron a diversos países o regiones, pero en los inicios (en empresas clásicas como la de los Rockefellers, Vanderbilts, Carnegies o Rothschild) el propietario era quien tomaba las decisiones. Esa situación empieza a cambiar en las dos primeras décadas del siglo veinte. Ya en 1911 Schumpeter hace referencias a la importancia que asume lo que se podría llamar el empresario profesional (entrepreneur) que es, en palabras de Schumpeter, “el individuo que asume riesgos económicos no personales”.
A lo largo de los últimos treinta años, las sociedades transnacionales (STN) han adquirido un poder sin precedentes. Sus actividades constituyen un fenómeno de la sociedad contemporánea de enorme trascendencia y plantean problemas económicos, financieros, jurídicos, sociales y de derechos humanos específicos a los que tienen que enfrentarse organizaciones populares y movimientos sociales de todo el mundo.
Las transnacionales son entidades jurídicas de derecho privado con una implantación territorial múltiple pero con un centro único para las decisiones estratégicas. Pueden funcionar con una sociedad madre y filiales, constituir grupos en un mismo sector de actividad, formar conglomerados o coaliciones con actividades diversas, unificar mediante fusiones, absorciones o constituir conjuntos financieros (holding). Estos últimos poseen solamente un capital financiero en acciones con el cual controlan empresas o grupos de empresas.
En todos los casos (sociedad matriz/filiales, grupos, conglomerados, coaliciones y holding), las decisiones más importantes están centralizadas. Las sociedades transnacionales son activas en la producción, los servicios, las finanzas, los medios de comunicación, la investigación fundamental y aplicada, la cultura, el espectáculo, etc.
El desarrollo del capitalismo monopolista, en la segunda mitad del siglo XX, ha generado dos fenómenos nuevos, la fusión o coalición del capital industrial y el capital bancario, y la desaparición de la competencia como elemento regulador del mercado.
Así pues, las sociedades trasnacionales, emergen como un nuevo y cada vez más poderoso actor social, con amplios recursos y alta movilidad, y regido por la ley de hierro de la tasa de ganancia. No existe otro horizonte estratégico más que lograr maximizar ganancias en el corto plazo, y todas aquellas regulaciones estatales e internacionales relativas a los derechos humanos –civiles, políticos, económicos, sociales y ambientales– deben ser desechadas o eludidas como obstáculos para la ganancia. La dura lucha por el encuadre y control jurídicos de estas entidades requiere no sólo conocer su naturaleza jurídica –tema de por sí complejo–, sino también las formas concretas en las que ejercen poder y evitan la responsabilidad de sus actos.
El neocolbertismo
Para abordar el fenómeno del neocolbertismo, dediquemos una cierta reflexión sobre el papel de las transnacionales francesas, instrumento del nacionalismo económico francés en la globalización, modelo de planificación económica-financiera, industrial, energética,… desde un Estado con vocación intervencionista en el mercado global: EDF, Areva, PSA, ALSTOM, GDF Suez,…
En Francia, se usa el termino neocolbertismo para referirse al dirigismo, que fue la variedad de intervencionismo implementado por el gobierno francés después de 1945. Ese neocolbertismo tiene como uno de sus objetivos la promoción de campeones nacionales en diversos ámbitos económicos (financieros, energéticos, industriales, servicios,…), que alcanzan proyección internacional y actúan como “players” en el mercado global.
El neocolbertismo puede ser, también, un instrumento de planificación económica para enfrentarse al proceso de deslocalización promovido por el neoliberalismo. Esta estrategia tiene elementos de dirigismo que, por un lado, vehicula los dineros públicos, (gastos de I+D+i, inversiones en infraestructuras y equipamientos,…), hacia los campeones, que no necesariamente los necesitan, y en detrimento, quizás, de empresas pequeñas y medianas muy competitivas, con más agilidad para adaptarse los cambios, y, por el otro lado, protege a los grandes grupos industriale y limita la competencia, y, por ende, la emergencia de nuevos rivales. Es lo que el economista austríaco Joseph Schumpeter teorizó como “destrucción creativa”, lo que permite a los innovadores tomar el lugar de los actores actuales.
Un nuevo modelo productivo
A finales de mayo del presente año, el Ministerio de Economía español configuró un Grupo de Trabajo con las organizaciones económicas y sociales para abordar un proyecto que denominó “Hacia una Economía Sostenible”, que tenía como principal objetivo acometer un cambio en el patrón de crecimiento y en el modelo productivo, este nuevo modelo tenía como principales ejes a desarrollar:
- Una profunda renovación del sistema educativo, basada fundamentalmente en un modelo orientado hacia la sociedad del conocimiento (transferencia de conocimiento y de los procesos innovadores de la sociedad al sistema educativo y viceversa).
- La economía verde, soportada por una apuesta inequívoca por las energías renovables, en la dirección de mejorar la eficiencia energética de todo el sistema productivo, reducción de los gases efecto invernadero (especialmente el CO2), combate contra el cambio climático y la potenciación de la movilidad sostenible (desarrollo del ferrocarril tanto en áreas metropolitanas como en servicios regionales y transfronterizos).
- Incremento de la inversión en programas de I+D+i, fondos tecnológicos orientados hacia la innovación, lo que sin duda supondrá un incremento de la necesaria competitividad de la economía española. La mejora de la productividad de nuestra economía pasa por la apuesta por la innovación y creación de procesos con alto valor añadido y no por el empeoramiento de las condiciones de trabajo e incremento de la flexibilidad e inseguridad laboral.
En resumen, en el caso español, como diría Joan Majó, “la crisis nos irá bien”, no para reactivar nuestra economía, sino para aprovechar la oportunidad para reconvertirla e inventar nuevas actividades en nuevos sectores de la producción y los servicios.
Los trabajadores
La nueva sociedad post-industrial, supone para el trabajador un salto acelerado desde el tradicional modelo de producción fordista hacia un nuevo paradigma que genera una nueva definición/concepción del trabajo vinculado al capital humano y capital social, al manejamiento de las ideas. Desarrollemos de forma sucinta algunos de estos conceptos que ayudan a definir la nueva sociedad:
- El capital social y el proceso creativo-innovador. El futuro del mundo laboral debería pasar por la potenciación del capital social y el desarrollo del proceso creativo-innovador.Para definir el capital social utilizamos la semántica del World Bank, que lo describe como el conjunto de normas y vínculos que permiten la acción social, no es solo la suma de las instituciones que apuntalan una sociedad, sino que incluye también elementos intangibles como valores, actitudes, normas, confianza,…
Por otra parte podríamos definir el proceso creativo –innovador, como aquel generado por la creación de ideas y la puesta en práctica de las mismas a través de la innovación, en un entorno dinámico, que favorezca la libre circulación de la información y facilite el desarrollo de filones de ideas.
- Valoración del esfuerzo y el trabajo. Una nueva cultura del riesgo y la creatividad. La necesidad de una sociedad con valores. Sartori ha escrito que la carencia de valores lleva al estado de la vaciedad del vacío. La responsabilidad no debe ser un valor en decadencia.
- Riesgos de una sociedad corporativa. Es por ello absolutamente imprescindible encontrar los equilibrios entre las coaliciones distributivas (corporaciones patronales y sindicales), que pueden terminar creando una cierta esclerosis institucional y la necesidad de desarrollar en el trabajo, la habilidad, la capacitación técnica y el conocimiento, elementos generadores de oportunidades.
- La cualificación profesional. El mercado de trabajo en términos de cualificación profesional tiende a convertirse en un mercado de dos velocidades. Por un lado se desarrolla un proceso de sobreinformación (títulos y conocimientos por encima del puesto de trabajo que ocupan) o infraocupación (en torno al 30% de los universitarios españoles trabajan en empleos por debajo de su formación) y por otra parte, en los niveles de baja y media cualificación se produce una inadaptación generacional a las categorías laborales recurriéndose en muchas ocasiones a los inmigrantes para desarrollar tareas que no son aceptadas por los trabajadores nativos (USA, Japón. Emiratos Árabes,…), el llamado dumping social.
- Necesidad de actualización de los procesos de formación tecnológica. El envejecimiento de la población, más del 30% de los europeos UE-27 tienen más de 50 años, contribuye sin duda a la falta de actualización/adecuación de los procesos de formación tecnológica. En la UE-15, el 80% de las tecnologías en uso se desarrollaron en la década: 1995-2005, por el contrario el 80% de la población europea recibió su formación tecnológica antes del 1995.
- Los estudios superiores y el mercado de trabajo. Uno de los elementos a considerar en la evolución de las titulaciones universitarias en su relación con el mercado de trabajo, es la percepción de que la titulación universitaria tiene, cada vez, menos ventajas laborales. Un título superior requiere años y esfuerzo para lograrlo y si la recompensa no merece la pena se deja de estudiar. Según la OCDE la ventaja comparativa de un titulado superior español con alguien que tiene el bachillerato o FP de grado medio es la más baja de todos los países de la OCDE. Se entiende como ventaja comparativa la diferencia entre los factores agregados positivos: salario, rapidez en encontrar trabajo, pensión a cobrar y restarle el dinero y la experiencia que deja de ganar mientras está estudiando, así como el coste de la carrera. Esta percepción ha supuesto que el porcentaje de graduados universitarios en España, que en 1995 estaba cuatro puntos por encima de la media de la OCDE, en 2005 ya estaba tres puntos por debajo.
- El sistema ciencia-tecnología. Se deberá facilitar la concertación entre las administraciones públicas, los agentes sociales (empresas y sindicatos) y los centros universitarios, la llamada triple hélice, para incrementar las capacidades de innovación de las empresas, potenciando un desarrollo industrial basado en la economía del conocimiento, donde son piezas básicas la inversión en capital tecnológico y la cualificación y formación permanente de los trabajadores, lo que sin duda facilitaría la integración de los titulados al mundo de la empresa.
- Fordismo versus nuevo paradigma de la sociedad del conocimiento. Obligada es la reflexión sobre la incidencia en el ciudadano-trabajador de los cambios introducidos en la producción y en la manera de trabajar, derivada de la dinámica de nuevos procesos innovadores, la revolución tecnológica del conocimiento y la necesidad de una revolución-adaptación de un nuevo sistema educativo.La intensidad del cambio tecnológico junto con una división del trabajo más globalizada crea nuevas vulnerabilidades, nuevos riesgos y también nuevas oportunidades.
La sociedad post-industrial ha supuesto una superación de los modos de gestión tradicionales del fordismo (producción en masa), autocráticos y con jerarquías burocratizadas, a modelos más descentralizados. Aparece el concepto de flexiseguridad, que debería poner el acento en las políticas de protección al trabajador y no al puesto de trabajo.
Más importante que mantener de forma ficticia y con coste excesivo puestos de trabajo en sectores sin futuro, es emplear dichas energías en la creación de puestos de trabajo en nuevas actividades y nuevos sectores de la producción y los servicios. Se trataría de acomodar a través de políticas de formación y reciclaje a personas reconvertidas en los nuevos sectores inventados-creados.
- Nueva estructura y división de clases en la sociedad post-industrial. La estructura y las divisiones de clase que acompañan a la economía del conocimiento y los servicios son muy distintas a cómo lo eran en la era industrial. Según Anthony Giddens la nueva estructura de clases tendría esta distribución porcentual sobre el total de la población activa:
- Élites cosmopolitas (administración pública, empresas y profesionales): 1%.
- Profesionales y directivos: 9%.
- Especialistas en informática y alta tecnología (Apple Mac): 22%.
- Trabajadores conectados/administrativos:18%.
- Propietario pequeños negocios: 10%.
- Trabajadores Big Mac (atención al público: cafés, tiendas, supermercados,…): 22%.
- Clase obrera industrial: 15%.
- Trabajadores agrícolas: 3%.
Uno de los rasgos distintivos de la economía del conocimiento es que un mínimo de un 50% de los puestos de trabajo de dicha economía precisan de un nivel elevado de habilidades cognitivas y/o personales, así como la elevada proporción de mujeres presentes en la fuerza de trabajo.
- Mercados laborales transicionales. Utilizando de nuevo a Giddens, deberíamos empezar a considerar el empleo de un modo muy distinto: como un estado temporal o como la expresión presente de una empleabilidad a largo plazo. En el pasado (sociedad postindustrial), la mayoría de los trabajadores seguían un patrón de empleo estandarizado, con una jornada laboral fija y con puestos de trabajo que conservaban durante un largo periodo de tiempo.
Los Comités europeos
Para finalizar nuestro recorrido por la sociedad del conocimiento y la información, es obligado la referencia al modelo de organizaciones sindicales en el seno de las sociedades transnacionales. El cómo organizar los intereses de los trabajadores en el interior de dinámicas globalizadoras (centro-periferia) impulsadas por las corporaciones transnacionales.
Hagamos sucinta referencia a la última directiva europea del 6 de mayo de 2009, sobre la constitución de los comité de empresa europeos y de los procedimientos de información y consulta a los trabajadores en las empresas y grupos de empresas de dimensión comunitaria.
Lo anterior supone una importante herramienta, que permite a las organizaciones sindicales utilizar los derechos de información sobre la situación económica y financiera de las empresas, la situación del empleo, las modificaciones organizativas, los métodos de trabajo, los procesos de formación y cualificación interna, así como el derecho a estar informados sobre las decisiones estratégicas empresariales y a emitir opinión al respecto.
Los sindicatos cuentan con la colaboración de asesores y consultoras externas, que les permite a través de la dinámica de los grupos de trabajo mixtos (representantes de la empresa y de las organizaciones sindicales), valorar y emitir opiniones cualificadas sobre la evolución y los cambios organizativos y estratégicos de las corporaciones transnacionales.
Está claro que la efectividad de este control dependerá de la capacidad de elaboración de propuestas y de la fuerza e implantación para poder negociarlo y aplicarlo.
Las tradiciones y culturas sindicales diferentes de las distintas organizaciones sindicales europeas hacen que el grado de intervención y aplicación sea muy diferente. Para los delegados alemanes, la consulta e información por parte de las empresas es una forma de aplicación de la cogestión, no prevista en el derecho europeo, y sin embargo los delegados de otros países con menos tradición, se contentan con acceder a estas informaciones y con escasa capacidad de intervención e interlocución.
En resumen, la eficacia de la intervención sindical está limitada por los déficits de la Directiva Europea, las diferencias históricas y culturales de las distintas representaciones sindicales en los países europeos y la debilidad, en general, del movimiento sindical europeo.
original el la factoría:
http://www.revistalafactoria.eu/articulo.php?id=502 |
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